El Ejército es, sin lugar a dudas, una de esas instituciones donde el orden, la seguridad y el buen hacer deben dominarlo todo. Compuesto por hombres y mujeres que se pueden jugar la vida para defender a su país y a sus ciudadanos en cada momento, esta institución está regida por el orden y las normas. De hecho, es lo primero que se aprende cuando uno entra en el Ejército. Acatar órdenes de los superiores no es solo obligado, sino también lógico, ya que en situaciones de intensa adrenalina, uno debe estar bien manejado. Para muchos, los soldados no son más que perros de presa atados por correas invisibles a los altos mandos. ¿Y quién maneja a esos cargos? Políticos, militares con una larga carrera, pero con unas ideas que tal vez no encajan precisamente con la ideología predominante hoy en día. Es por eso que el ejército siempre ha creado tanta admiración como rechazo.
Dejando este tipo de polémicas a un lado, lo que es indudable es que hay pocas instituciones donde la seriedad se imponga de una manera tan clara como en el Ejército. Aquí no se consienten tonterías, ni salidas de tono. La rebeldía se deja atrás en el mismo instante en el que entramos a formar parte de esta institución, sea cual sea la bandera que defendamos. Por eso llama la atención que, de cuando, aparezca un escándalo dentro de esta institución. Noticias que hablan sobre drogas dentro de los cuarteles, orgías entre reclutas, incluso abusos de unos contra otros. Un ambiente que muchos consideran tóxico, demasiado agresivo, pero que para otros es perfectamente normal entre personas que deben dejarse llevar a veces por sus institutos. El Ejército suele manejar bien este tipo de noticias, e incluso muchas de ellas ni siquiera llegan a ver la luz, impidiéndose así su propagación para mantener el buen nombre de la institución. Sin embargo, a veces se filtran ciertas historias que son, cuanto menos, sorprendentes. Esto es lo que sucedió en una base de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, donde un científico militar logró engañar a todos por años para conseguir algo muy especial…
Después de mucho tiempo, el debate sobre la regularización de la prostitución parece haber entrado con fuerza en la agenda pública y política. Hasta ahora, la prostitución simplemente se había visto como un mal menor, o directamente, como algo que había que obviar. Todo el mundo sabe que hay prostitución en sus ciudades, incluso cuáles son los locales donde se lleva a cabo. Pero la sociedad ha preferido mirar para otro lado, bien por ser clientes de este mismo negocio, o bien por saber que, se haga lo que se haga, eso no va a desaparecer. El debate ha tardado bastante en ver la luz de manera clara, precisamente porque la prostitución sigue siendo, en muchos sentidos, un verdadero tabú. Algo que existe, pero de lo que no nos gusta hablar. Por ello todavía hay ciertos sectores que se niegan a entablar argumentos a favor o en contra de cambiar la situación.
De hecho, el debate no sería tal si no hubiera al menos dos partes enfrentadas. Y la regularización de la prostitución, que está encima de la mesa por diversos organismos e incluso algunos partidos, tiene enfrente a los defensores de la abolición. Es decir, aquellos que prefieren perseguir este negocio, tanto a las chicas como a los clientes. Y lo hacen, por supuesto, con el argumento de acabar con la explotación sexual, algo totalmente necesario y loable, sin ninguna duda. Solo que se escapa el hecho de que no todas las chicas están explotadas, ni mucho menos. Hay mujeres que han decidido acceder a este negocio por sus propios medios, ya sea por necesidad económica o como una alternativa más en el mercado laboral. Esas prostitutas siempre han estado trabajando por su cuenta y hasta hace poco no han creado colectivos y asociaciones para intentar conseguir más derechos. Esos mismos que los abolicionistas quieren desterrar por completo, dejándolas sin su trabajo. La regularización de la prostitución se sigue viendo como un camino mucho más necesario para controlarla, para poder convertirla en un negocio más, con derechos y deberes. Y de hecho, ya hay países que están aprovechando los beneficios de esa regularización.
En España la prostitución es un negocio extremadamente lucrativo. Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) estableció en el 24,6 % el porcentaje de hombres españoles que habían frecuentado en al menos una ocasión a una prostituta. No obstante, se cree que la cifra real, es ciertamente muy superior.
Si nos comparamos con el resto de Europa, España sería uno de los países, con diferencia, que más frecuenta a las trabajadoras sexuales y la tendencia, en todo caso, sigue estando al alza con cada año que pasa.
La forma que tienen los hombres de contactar con muy prostituta es muy dispar. Hay quienes ojean diferentes anuncios de putas en el foro especializado sexomercadospain, los hay que prefieren acudir a las calles rojas en donde más transitan este tipo de mujeres, mientras que otros las buscan en los portales clasificados de temática erótica.